Los viajes de Pausanias
Baco, el divertido dios creador del vino y protagonista de efectos de magia descritos por Pausanias (1598, Caravaggio)
Pausanias, autor de la primera guía de viajes de la que hay constancia, nunca ha gozado de popularidad. No la tuvo en su tiempo, nadie lo recordó o lo citó. Tampoco la disfrutó en épocas posteriores, al ser valorado injustamente durante siglos como autor de escasa fiabilidad y valor literario.
Y, claro está, menos la posee en la actualidad, con el interés por la literatura clásica, y la literatura en general, en retirada, a pesar del impulso de arqueólogos e historiadores actuales para reivindicar el rigor de su exhaustiva y honesta obra. Muy tarde.
No es de extrañar pues que sea también un absoluto desconocido entre los amantes de la historia del ilusionismo. Realmente inmerecido, al ser él quien ha descrito el mayor número de ejemplos reales de efectos de magia en las civilizaciones antiguas.
Vivió durante el siglo II, época de esplendor y sosiego interno en el Imperio Romano. Quizá ese aspecto determinara que pudiera viajar con la tranquilidad e intensidad transmitida en su detallada Descripción de Grecia. Una pormenorizada exposición y contextualización del arte y la cultura de los numerosos lugares que visitó. Refirió con mimo y objetividad edificios, esculturas, arte, tradiciones, sucesos históricos, hechos mitológicos, curiosidades naturales…
«Descripción de Grecia» , manuscrito de la Biblioteca Medicea (1485)
Su actitud es de enorme valor para el ilusionismo en lo referente a los prodigios que describe, analizados con cierta distancia y ecuanimidad. Capital es, por ejemplo, su vivencia de un milagro realizado con fuego, elemento tan esencial, protegido y valorado en la antigüedad, que Roma fiaba su cuidado a la mismísima diosa Vesta, y ella a sus vestales, las sacerdotisas permanentemente encargadas de que este jamás se apagara.
El prodigio que observó consistió en la creación espontánea de fuego en un altar cuando el oficiante oraba fervientemente al dios. Aparece ya descrito en la Biblia, realizado por Elías (1), y en varios relatos posteriores. Pero, Pausanias, con su precisa explicación, testimonió la veracidad de aquel efecto milenario (2).
La creación espontánea de fuego es un de los efectos más nombrados en la antigüedad. Pausanias lo contempló personalmente
Descripción de Grecia recogió otro número de ilusionismo que, casualmente, también aparece en la Biblia (3). No exactamente el mismo, pero sí coincidente en presentación, estructura y, quizá, trucaje. Se trataba del precintado y aislamiento de un espacio para así hacer creer que lo que sucedía en su interior era debido a fuerzas divinas y no humanas. El narrado por Pausanias lo protagonizaba Baco:
Los sacerdotes introducen tres cántaros dentro de una casa y los depositan vacíos en presencia de los ciudadanos y de cualquier extranjero que se encuentre en ella. Los propios sacerdotes, y todos los demás que quieran, sellan la puerta de la casa. Al día siguiente se pueden observar los sellos y, cuando entran en la casa, encuentran las calderas llenas de vino (4).
El encuentro de Pausanias con efectos de ilusionismo gestados por personajes mitológicos es continuo, en correspondencia con la difusión que este tipo de magia tuvo en el mundo antiguo. Y, lógicamente, se topa con algunos de los más señeros, incluida la tétrica y angustiosa visita al oráculo de Trofonio, que consultó personalmente y pudo describir:
Tras varios días de duros trances, el consultante, amortajado como si estuviera muerto, pasaba una noche totalmente a oscuras, encerrado en una especie de fosa a varios metros bajo el suelo. Allí entraba en contacto con Trofonio, héroe mitológico ligado a las tinieblas y al inframundo, que, en algún momento de la noche tiraba de él con fuerza para arrastrarle a las profundidades de la cueva.
La pavorosa descripción de Pausanias de lo sucedido durante esas horas eternas al aterrorizado sujeto, incluida la extraña acción del supuesto Trofonio, permite aventurar que estuviesen basadas en argucias ilusionistas (5).
Trofonio, en una imagen más moderada
Pausanias describe igualmente el oráculo de Éfira, también sospechoso de incluir fraudes ilusionistas (6). Y otros efectos clásicos bastantes más amables, como la maravillosa lámpara que alumbraba ininterrumpidamente la estatua de la diosa Atenea, en la Acrópolis de Atenas (7).
Expone la explicación del funcionamiento, según él basada en el tipo de mecha. Plutarco, Estrabón o Agustín de Hipona comentaron que el efecto se repetía en Egipto y otros lugares de Grecia, no necesariamente con el mismo secreto. Herón de Alejandría explicó en su manual un interesante procedimiento que permitía rellenar el candil manipulando una llave en la parte inferior de la base.
La más popular de todas las expresiones de los dioses antiguos fue por supuesto presenciada por Pausanias. Sucedía en Egipto. Allí, en Tebas, una portentosa estatua, aún hoy en pie, identificada por los griegos como la del héroe mitológico Memnón, emitía al amanecer un sonoro sollozo en honor a su madre Eos, la Aurora. Pausanias, en un viaje anterior a Egipto, escuchó con claridad aquel quejido, quedó deslumbrado y lo refirió al citar otro prodigio acústico que, si bien le causó impresión, no tanto como el de Memnón:
La otra maravilla sonora a la que se refería Pausanias la percibió de paso por Mégara, en la Grecia continental. Se contaba que Apolo colaboró en la construcción de las murallas de la ciudad. Y, en una roca de la misma dejó la cítara que solía portar con él. Así debía ser, porque, al golpearse aquella piedra con otra pequeñita, el sonido que emitía era el de la cítara. Pausanias no comenta que fuera debido a causas naturales y, aunque no estuviera a la altura del espectáculo del coloso, lo consideró realmente admirable (8).
Si los números no los presenciaba en vivo, procuraba esclarecer el grado de fiabilidad que le merecía. Desde los que juzgó falaces, como la pretendida transformación de agua en vino en el santuario de la isla de Andros durante la fiesta de Baco (9), hasta los que consideró creíbles. De estos destaca el aparente prodigio ocurrido a Seleuco, general de Alejandro Magno, cuando ofrendaba a Zeus. Los leños, no solo prendieron de modo espontáneo al colocarse en el altar, sino que, antes, avanzaron hacia la estatua de Zeus como si el mismo dios los atrajera (10).
Y, si los descubría o suponía en ellos trampas, revelaba su posible secreto. Es el caso de un caballo de metal del templo de Olimpia que atraía a los machos de la especie. Lo consideró debido a que era embardurnado secretamente con algún producto (9).
Coloso de Memnón (foto: Carl Beckles)
El interés de Pausanias para detallar los prodigios que contempló es una evidencia más de la llamada «magia de los dioses». Es su mayor y valioso mérito. Y también el origen de su principal carencia. Pausanias certifica su carácter de viajero ilustrado, culturalmente inquieto y con un sólido interés por la religiosidad mitológica griega y la tradición clásica. Pero, sin embargo, apenas muestra interés por cuestiones mundanas o distracciones más banales.
Como consecuencia, deja fuera, salvo que estuviera ligada a algún suceso religioso, a la otra aplicación del ilusionismo en la antigüedad, la realización de números de magia con una finalidad exclusivamente recreativa. Este objetivo del ilusionismo, hoy central y casi absoluto, sí lo recogieron otros autores, desde Platón, en el siglo IV a. C., hasta Agustín de Hipona en el siglo IV d. C.
No obstante, los números mágicos que exhibe muestran ingenio y variedad. Algunos, incluso podrían resultar inspiradores. Ocurre, por ejemplo, con un efecto apenas visto hasta hace una década, pero ahora muy popular entre los magos. Es la creación de humo. Si no eres ilusionista, puedes hacerte una idea en el siguiente vídeo de solo unos segundos (quizá sea bueno que lo veas en patalla completa para apreciarlo mejor):
SSS (by Shin Lim)
Pausanias expone dos efectos con humo. El primero está aún por inventar (o, casi mejor, reinventar). Y el segundo parece similar al primero visto en el vídeo, salvando los elementos en los cuales aparece:
A continuación, están los sepulcros de los hijos de Edipo. El ritual que se hace en ellos no lo he visto, pero considero que es creíble. En efecto, los tebanos, cuando les hacen sacrificios, la llama y el humo que sale de ella se dividen en dos. Yo me he inclinado a creer lo que dicen, puesto que he visto algo parecido. En Misia hay una ciudad, Pionias. Dicen los de allí que su fundador fue Píonis, uno de los descendientes de Heracles. Cuando se disponen a hacerle a él sacrificios como a un héroe, un humo sube espontáneamente de la tumba. Pues bien, yo vi cómo sucedía esto (12).
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[1] Biblia, libro I Reyes, cap. 18, 20-40
[2] Pausanias, “Descripción de Grecia”, libro V, cap. 27. 5-6
[3] Biblia Católica, Daniel, cap. 14, 1-22
[4] Pausanias “Descripción de Grecia”, libro VI, cap. 26, 1
[5] Pausanias, “Descripción de Grecia”, libro IX
[6] Pausanias “Descripción de Grecia”, libro IX, cap. 30, 6
[7] Pausanias, “Descripción de Grecia”, libro I, cap. 26, 6-7
[8] Pausanias, “Descripción de Grecia”, libro I, cap. 42
[9] Pausanias, “Descripción de Grecia”, libro I, cap. 33, 4
[10] Pausanias, “Descripción de Grecia”, libro I, cap. 16
[11 Pausanias, “Descripción de Grecia”, libro V, cap. 27, 3-4
[12] Pausanias, “Descripción de Grecia”, libro IX, cap. 18.4