La historia del mundo antiguo conserva un magnífico efecto ilusionista con una finalidad pocas veces más noble, aunque embaucara de modo fraudulento a todo el que lo observó. Porque el número solventó la más que comprometida situación en la que se encontraba la mujer agraciada por él.
La aspiración milenaria de dominar el fuego, esencial en el día a día, fue un recurso predominante en las ceremonias y efectos mágicos de la antigüedad. Ingobernable, temible y purificador, materializaba el encuentro con los dioses.